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...Continuación: Algunas notas sobre el
Águila real y el Cóndor de Los Andes
en Los Andes de Mérida, Venezuela.
Por: Carlos Rivero Blanco
Caracas, Febrero de 2008
4) El cóndor en Venezuela parece haber vivido en muy
precarias condiciones ya que esta región montañosa ha sido más bien
como una zona muy marginal en relación a su distribución geográfica
(ver gráfico anexo) . Muchísimo más notorias e importantes han sido
las poblaciones de cóndor en Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y
Colombia, países éstos, donde las cumbres de los Andes alcanzan
importantes alturas y se manifiestan como formaciones montañosas
masivas y continuas, más extensas de territorio adecuado para la
especie.
Cuando decimos adecuado, nos referimos muy enfáticamente al acceso a
su alimento preferido: cadáveres en cierta cantidad y frecuencia de
aparición. Para eso, en esa alta y masiva cordillera andina, los
camélidos y los venados de páramo han debido ser la razón de su
existencia y abundancia en las alturas y zonas más bajas, tal vez
aves marinas en cantidades, como en las islas costeras del Perú
donde se conoce la existencia del ave en épocas de abundancia de
alimento.
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5) En los relativamente modestos en altura y poco extensos
Andes venezolanos de Mérida y Perijá, no había camélidos y lo más
grande que podía convertirse en cadáver para satisfacer a un cóndor,
entonces, era un venado y hasta tal vez uno que otro oso frontino.
Cuando los españoles colonizaron el páramo, introdujeron dos
elementos de importancia para su establecimiento poblacional: el
ganado y sus costumbres de cazador de ciervos, al encontrar en la
zona la especie autóctona: el venado caramerudo del páramo. Ambos
asuntos atentaron contra los pocos cóndores que pudo haber en la
comarca.
En primer lugar, ningún colono paramero abandonaría en el páramo el
producto de su cacería de venados ya que esa carne de monte era para
el alimento de su familia, compitiendo así por el único animal
autóctono de importancia en la dieta del cóndor. El colono tampoco
dejaría morir una res en la montaña y para desgracia del cóndor, el
ganado debía ser protegido a tiros hasta de su mirada, ¡Por si
acaso!. Esto, probablemente aceleró la extinción e intensificó la
rareza histórica de la gran ave.
Hace alrededor de quince años se inició un programa de repoblación,
pero la situación alimentaria nunca cambió para mejor: por efectos
de la cacería hecha por campesinos y la persecución por perros
ferales, ya casi no hay venados y al ganado que ni se le acerque
porque le matan. Resultado en pocos años: de nuevo cero cóndores en
Mifafí.
6) Por estas razones, dudo que el cóndor haya sido muy
significativo en la cultura andina en Venezuela. Quien hizo el
monumento que está en el Pico El Águila puede haberse equivocado de
especie. Creo mas probable, que haya pensado –debido a su bagaje
cultural, como persona oriunda de Colombia- que el cóndor tuviese
mayor valor emblemático que las águilas y hacer un monumento a una
especie de menor tamaño era como malgastar los reales o, incluso,
quedar en ridículo, pues no faltaría quien le criticase la carencia
de “monumentalidad” de una simple Águila de nuestros páramos, por
mucho que su nombre “Aguila Real” la señalara como perteneciente a
la realeza, cuando en los escudos de armas de Chile, Bolivia,
Ecuador y Colombia estaba el inmenso Cóndor de Los Andes como figura
omnipresente.
Esto pensamos hace treinta y cinco años, cuando crucé el páramo de
día por primera vez y, al verlo, me di cuenta de la discrepancia en
la nomenclatura, pero siempre estuve consciente de que los topónimos
tienen sus razones de ser en las raíces culturales de la zona y no
se me hundió el piso bajo los pies, ni se creó en mi un trauma el
saber que la gente llamaba “Pico El Águila” a un lugar en el cual el
monumento que habían erigido a Bolívar lo que predominaba era la
figura de un cóndor. Pensé que alguien se había equivocado y nada
mas.
De todos modos, lo más importante -por sobre todas las cosas- es que
el cóndor del monumento es apenas un accesorio, y no el motivo del
monumento. El verdadero motivo que por ignorancia ocultan o
pretenden ocultar los autores de la presentación es que el monumento
fue erigido para conmemorar el paso de Simón Bolívar por los Andes
en su célebre Campaña Admirable. En la escultura, el cóndor sujeta
con su pico un gran medallón de bronce con la efigie del Libertador.
Eso es quizá la raíz del problema. De lejos la gente ve un cóndor
pero hay que acercarse para ver la efigie de Simón Bolívar, el
verdadero homenajeado. ¡Lástima de diseño, cuando se pone más
énfasis en el pedestal que en el héroe!
7) Durante cinco años, entre 1994 y 1999, pateamos
constantemente el páramo en la vecindad de la laguna de Mucubají, y
recuerdo ver con mucha frecuencia a las águilas reales (Águila Real,
Geranoaetus melanoleucus) cazando conejos en las morrenas de los
alrededores de Mucubají.
Ambas especies, tanto el águila como el conejo, son comunes y
abundantes en el páramo de acuerdo a sus necesidades y limitaciones
como especies de la comunidad.
La descripción de Phelps sobre la especie dice hacia el final:
“Águila muy aérea, de campos abiertos en la zona templada de los
páramos” Y así era, todos los días se podía a comprobar su acuciosa
aseveración. En este contexto, debemos decir que en la presentación anónima sobre
el asunto, usan una foto de un águila calva americana y la de otra
especie que no puedo identificar en el momento, para comparar y
desmeritar a las águilas frente al cóndor. Esto denota que quien
hace la propuesta no conoce ni ha visto las águilas reales del
páramo y mucho menos ha disfrutado de ver su elegancia y su arrojo
cuando, a diario, luego de raudo y sigiloso vuelo, se abalanza
silenciosa sobre su alimento. En una ocasión, presenciamos una rara
escena: dos águilas reales persiguiendo en el aire a un planeador,
guiado por radio por un aficionado al deporte de aeromodelismo,
ubicado en el borde del camino del observatorio.
En cambio el cóndor, apenas introducido en esos tiempos y
exterminado al cabo de pocos años por la presión de los campesinos y
la carencia de alimento natural, no creemos que pueda ganarle a las
águilas en significado o importancia para el páramo. Si don Tulio
recogió esa leyenda de aborígenes descendientes de Chía y Suhé, ya
podemos imaginar cuan importante para ellos eran las águilas y lo
poco significativo que tal vez fue la presencia del cóndor. Dudo que
no hayan querido referir en sus leyendas un ave tan grande y tan
notoria como el cóndor y sin razones prefirieran a sus cinco águilas
blancas.
En cuanto a la toponimia, está claro además, que para los colonos
españoles el término “Cóndor” no era utilizado. El páramo ubicado al
Sur-Oeste de la quebrada de Mifafí que lleva el topónimo “Páramo de
los Buitres” y la “Quebrada de Los Buitres”, que baja por su
vertiente Sureña así lo atestiguan.
A nivel de países, el cóndor es el considerado el ave nacional de
Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. De allí su notoria presencia en
los cuatro escudos. En Argentina también está en el escudo y tiene
amplia distribución. En el Perú el ave nacional es el Gallito de las
rocas (Rupícola peruviana), or cierto muy abundante en las faldas de
la cordillera merideña hacia Santo domingo en la vertiente barinesa,
y en Venezuela es el Turpial (Icterus Icterus). Otra manera de ver
que el cóndor no ha sido tan importante en la simbología original de
Venezuela. He leído un documento hecho por Élides Sulbarán sobre el
uso del vocablo “Cóndor” como paret del nombre en negocios merideños
contemporáneos pero su relación con el uso indígena original es
remota.
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